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El momento en el que se diagnostica una enfermedad incurable y de pronóstico sombrío, supone una de las crisis más importantes para cualquier persona y comunicárselo al paciente, uno de los retos más difíciles para los profesionales de la salud.
No solamente existe la obligación (salvo excepciones) de informar al enfermo de su situación, sino que además la experiencia nos demuestra diariamente que el enfermo afronta mejor el final de su vida si él, sus familiares y los profesionales que le cuidan comparten un grado de información similar. Para los médicos, el hecho de dar a un enfermo tan mala noticia supone también un duro golpe y constituye uno de los actos más difíciles en el ejercicio de la Medicina. Y hay que aprender a hacerlo bien porque tan malo es mentir como suministrar una información brutal. El texto está escrito con un lenguaje sencillo, con múltiples ejemplos y apoyado con poesías, que ayudan mucho a comprender el texto. En gran medida la evolución va a depender mucho de lo que se le diga al enfermo y de cómo se le diga.
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