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Cuando tenemos un hijo, tenemos un diamante en bruto y a través de nuestra dedicación, paciencia y tiempo podemos hacerlo brillar. Un diamante nunca brilla si no es pulido… por otro brillante. Los padres somos brillantes que tallamos a base de normas, límites, enseñar a vivir en sociedad, es decir, de educar, de transmitir valores, de alimentar, de darles las horas de sueño que cada uno necesite...
Las familias con bebés y niños en casa han de compaginar horarios y responsabilidades, múltiples y exigentes, con las necesidades propias y únicas de sus peques. La autora muestra una manera distinta de criar y educar respecto a métodos ya gastados que persiguen sus objetivos percibiendo a los bebés como seres molestos, que han de dejar tranquilos cuanto antes a sus adultos.
En esta lectura usted va a descubrir un libro excelente, integrador y claro en su contenido por el mensaje que transmite: cuidar desde el respeto y amor a sus hijos y aceptar incondicionalmente sus necesidades, incluidas las afectivas. Y porque es una propuesta distinta y valiente.
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