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Mark Twain, el padre de la literatura norteamericana según William Faulkner, en realidad era un seudónimo que tomó Samuel Laghorne Clemens, de una expresión típica de la jerga de los marineros que atravesaban el río Mississippi con la que el sondeador del barco avisaba gritando a la tripulación. Mark Twain significaba marca dos, para dar a entender que la sonda que utilizaban marcaba dos brazas de profundidad, la mínima necesaria para que un barco pudiese seguir navegando por el Gran Río.
El diario de Adán y Eva supone una de esas exquisiteces magistrales donde brota toda la capacidad creativa de un escritor. Una minúscula pero pura joya literaria donde la imaginación sale a la luz para deleitarnos a todos con un relato que no va a dejarnos indiferentes, tanto por su calidad como por la originalidad de la idea sobre la que se sustenta. Disfruten de este pequeño tesoro que les sorprenderá muy agradablemente.
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